Esta color de rosa, y azucena,
y este mirar sabroso, dulce, honesto,
y este hermoso cuello blanco, inhiesto,
y boca de rubís y perlas llena;
la mano alabastrina que encadena
al que más contra Amor está dispuesto;
y el más libre y tirano presupuesto
destierra de las almas, y enajena.
Era rica y hermosa primavera,
cuyas flores de gracias y hermosura
ofendellas no puede el tiempo airado.
son ocasión que viva yo y que muera,
y son de mi descanso y mi ventura
principio y fin, y alabo del cuidado.
Francisco de Quevedo