Compara a la hiedra su amor, que causa parecidos efectos, adornando el árbol por donde sube y destruyéndole

   Esta yedra anudada que camina
y en verde laberinto comprende
la estatura del álamo que ofende,
pues cuanto le acaricia, le arruina,

   Si es abrazo o prisión, no determina
la vista, que al frondoso lago atiende:
el tronco sólo, si es favor, entiende,
o cárcel que le esconde y que le inclina.

   ¡Ay, Lisi!, Quién me viere enriquecido
con alta adoración de tu hermosura,
y de tan nobles penas asistido,

   pregunte a mi pasión y a mi ventura,
y sabrá que es prisión de mi sentido
lo que juzga blasón de mi locura.

Francisco de Quevedo