Poema del Renunciamiento - Jose Ángel Buesa

Pasaras por mi vida sin saber que pasaste.
Pasaras en silencio por mi amor, y al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte ... y jamás lo sabrás.

Soñare con el nácar virginal de tu frente;
soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñare con tus labios desesperadamente;
soñare con tus besos ... y jamás lo sabrás.

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amare más que nunca ... y jamás lo sabrás.

Yo te amare en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-- el tormento infinito que te debo ocultar --
te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!

Sin Titulo - Juan del Enzina

No te tardes que me muero,
carcelero.
no te tardes que me muero.

Apresura tu venida
porque no pierda la vida,
que la fe no esta perdida.
Carcelero,
No te tardes que me muero

Bien sabes que la tardanza
trae gran desconfianza;
ven y cumple mi esperanza.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

Sácame d'esta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

La primera vez que me viste,
sin te vencer me venciste;
sueltame, pues me prendiste.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

La llave para soltarme
ha de ser galardonarme,
proponiendo no olvidarme.
Carcelero,
no te tardes que me muero.

Fin

Y siempre cuando vivieres
haré lo que tu quisieres
si merced hacerme quieres.
Carcelero,
no te tardes que me muero.



Juan del Enzina

Nace en La Encina (Salamanca) en 1468 (?); Muere en León en 1530

Amor que yo vi - Anton de Montoro

Amor que yo vi
por mi pesar
quiero olvidar.

Mi coraçón se fue a perder
amando a quien no pudo aver.
Se lo pedí
mi mal buscar,
¿dó lo hiré fallar?

Por se perder cuitas le dan,
et puso a mí en tal afán,
que bivo así
sin le cobrar
por le contentar.

Allí do piensa bevir
faze a mi solo morir.
Mas pues allí
piensa durar,
débolo dexar.

XIII - Ruben Dario

—Allá está la cumbre.
—¿Qué miras? —Un astro.
—¿Me amas? —¡Te adoro!
—¿Subimos? —¡Subamos!
—¿Qué ves? —Una aurora
fugitiva y pálida.
—¿Qué sientes? —Anhelo.
—Ésa es la esperanza.
—¡Qué alientos de vida!
¡Qué fuegos de sol!
¡Qué luz tan radiante!
—¡Ése es el amor!
—¿Qué ves a tus plantas?
—Un profundo abismo.
—¿Tiemblas? —Tengo miedo...
—¡Ése es el olvido!
Pero no tiembles ni temas:
bajo el sacro cielo azul,
para el que ama, no hay abismos,
porque tiene alas de luz.