La caricia perdida


Se me va de los dedos la caricia sin causa, 
se me va de los dedos... En el viento, al rodar, 
la caricia que vaga sin destino ni objeto, 
la caricia perdida ¿quién la recogerá? 

Pude amar esta noche con piedad infinita, 
pude amar al primero que acertara a llegar. 
Nadie llega. Están solos los floridos senderos. 
La caricia perdida, rodará... rodará... 

Si en el viento, te llaman esta noche, viajero, 
si estremece las ramas un dulce suspirar, 
si te oprime los dedos una mano pequeña 
que te toma y te deja, que te logra y se va. 

Si no ves esa mano, ni la boca que besa, 
si es el aire quien teje la ilusión de llamar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, 
en el viento fundida, ¿me reconocerás?


Alfonsina Storni





Tú me miras…

Tú me miras, amor, al fin me miras
de frente, tú me miras y te entregas
y de tus ojos líricos trasiegas
tu inocencia a los míos. No retiras

tu onda y onda dulcísima, mentiras
que yo soñaba y son verdad, no juegas.
Me miras ya sin ver, mirando a ciegas
tu propio amor que en mi mirar respiras.

No ves mis ojos, no mi amor de fuente,
miras para no ver, miras cantando
cantas mirando, oh música del cielo.

Oh mi ciega del alma, incandescente,
mi melodía en que mi ser revelo.
Tú me miras, amor, me estás mirando.

Gerardo Diego

Entre los geranios rosas

¡Entre los geranios rosas, 
una mariposa blanca!

Así me gritó la niña, 
la de las trenzas doradas: 
-corre a verla, corre a verla, 
que se te escapa.

Por los caminos regados 
del oro nuevo del alba, 
corrí a los geranios rosas, 
¡y ya no estaba!

Volví entonces a la niña, 
la de las trenzas doradas. 
«No estaba ya», iba a decirle. 
pero ella tampoco estaba. 
A lo lejos, ya muy lejos, 
se oían sus carcajadas.

Ni ella ni la mariposa; 
todo fue una linda trama.

El jardín se quedó triste 
en la alegría del alba, 
y yo solo por la sola, 
calle de acacias.

Y esto fue mi vida toda: 
una voz que engañó el alma, 
un correr inútilmente, 
una inútil esperanza…

¡Entre los geranios rosas, 
una mariposa blanca!

José María Pemán

Oración por la Belleza de una muchacha

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

esos bultos de nieve, que bullía
al soliviar del lino la tersura,
y, prodigios de exacta arquitectura,
dos columnas que cantan tu armonía.

Ay, tú, Señor, le diste esa ladera
que en un álabe dulce se derrama,
miel secreta en el humo entredorado.

¿A qué tu poderosa mano espera?
Mortal belleza eternidad reclama.
¡Dale la eternidad que le has negado!

Dámaso Alonso

Amor es mas que la sabiduria

Amor es más que la sabiduría:
es la resurrección, vida segunda.
El ser que ama revive
o vive doblemente.
El amor es resumen de la tierra,
es luz, es música, sueño
y fruta material
que gustamos con todos los sentidos.
¡Oh mujer que penetras en mis venas
como el cielo en los ríos!
Tu cuerpo es un país de leche y miel
que recorro sediento.
Me abrevo en tu semblante de agua fresca,
de arroyo primigenio
en mi jornada ardiente hacia el origen
del manantial perdido.
Minero del amor, cavo sin tregua
hasta hallar el filón del infinito.


Jorge Carrera Andrade

Amor

Puliré mi belleza con los garfios del viento.
Seré tuya sin forma, hecha polvo de aire,
diluida en un cielo de planos invisibles.

Para ti quiero, amado, la posesión sin cuerpo,
el delirio gozoso de sentir que tu abrazo
solo ciñe rosales de pura eternidad.

Nunca podrás tenerme sin abrir tu deseo
sobre la desnudez que sella lo inefable,
ni encontrarás mis labios
mientras algo concreto enraíce tu amor...

¡Que tus manos inútiles acaricien estrellas!
No entorpezcan besándome la fuga de mi cuerpo.
¡Seré tuya en la piel hecha fuego de sol.

Ernestina de Champourcín

Me Gustas Cuando Callas...

ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Pablo Neruda

Pasión


 I
 Tú tienes, para mí, todo lo bello
 que cielo, tierra y corazón abarcan;
 la atracción estelar ¡de esas estrellas
 que atraen como tus lágrimas!;

 II
 La sinfonía sacra de los seres,
 los vientos, los bosques y las aguas,
 en el lenguaje mudo de tus ojos
 que, mirándome, hablan;

 III
 Los atrevidos rasgos de las cumbres
 que la celeste inmensidad asaltan,
 en las gentiles curvas de tu seno...
 ¡oh, colina sagrada!

 IV
 Y el desdeñoso arrastre de las olas
 sobre los verdes juncos y las algas,
 en el raudo vagar de tu memoria
 por mi vida de paria.

 V
 Yo tengo, para ti, todo lo noble
 que cielo, tierra y corazón abarcan;
 el calor de los soles, ¡de los soles
 que, como yo, te aman!;

 VI
 El gemido profundo de las ondas
 que mueren a tus pies sobre la playa,
 en el tapiz purpúreo de mi espíritu
 abatido a tus plantas;

 VII
 La castidad celeste de los besos
 de tu madre bendita, en la mañana,
 en la caricia augusta con que tierna
 te circunda mi alma.

 VIII
 ¡Tu tienes, para mí todo lo bello;
 yo tengo para ti, todo lo que ama;
 tú, para mí, la luz que resplandece,
 yo, para ti, sus llamas!

Almafuerte