Sabes tanto de mí

Sabes tanto de mí, que yo mismo quisiera
repetir con tus labios mi propia poesía,
elegir un pasaje de mi vida primera:
un cometa en la playa, peinado por Sofía.

No tengo que esperar ni que decirte espera
a ver en la memoria de la melancolía,
los pinares de Ibiza, la escondida trinchera,
el lento amanecer sin que llegara el día.

Y luego amor, y luego, ver que la vida avanza
plena de abiertos años y plena de colores,
sin final, no cerrada al sol por ningún muro.

Tú sabes bien que en mí no muere la esperanza,
que los años en mí no son hojas, son flores,
que nunca soy pasado, sino siempre futuro.

Rafael Alberti

Quien de Linda se Enamora

Quien de Linda se enamora,
atender deve perdon
en caso que sea mora.

El amor e la ventura
me fizieron ir mirar
muy graciosa criatura
de linage de Aguar;
quien fablare verdad pura,
bien puede dezir que non
tiene talle de pastora.

Linda rosa muy suave
vi plantada en un vergel,
puesta so secreta llave
de la linea de Ismael:
maguer sea cosa grave,
con todo mi coraçon
la rescibo por señora.

Mahomad el atrevido
ordeno que fuese tal,
de aseo noble conplido,
alvos pechos de cristal:
de alabastro muy broñido
devie ser con grant razon
lo que cubre su alcandora.

Diole tanta fermosura
que lo non puedo dezir;
cuantos miran su figura
todos la aman servir.
con lindeza e apostura
vence a todas cuantas son
de alcuña donde mora.

Non se hombre tan guardado
que viese su resplandor,
que non fuese conquistado
en un punto de su amor.
por aver tal gasajado
yo pornia en condicion
la mi alma pecadora. 
 
 
Alfonso Álvarez de Villasandino

A Flora

Tus ojos, bella Flora, soberanos,
y la bruñida plata de tu cuello,
y ese, envidia del oro, tu cabello,
y el marfil torneado de tus manos,

no fueron, no, los que de tan ufanos
cuanto unos pensamientos pueden sello,
hicieron a los míos, sin querello,
tan a su gusto victorioso llanos.

Tu alma fue la que venció la mía,
que, expirando con fuerza aventajada
por ese corporal apto instrumento,

se lanzó dentro de mí, donde no había
quien resistiese al vencedor la entrada,
porque tuve por gloria el vencimiento.

Francisco de Medrano

Lamentación de Amor

Mete las armas, traidora,
vuelve tus ojos vellidos,
oye mis llantos agora,
quita las manos, señora,
con que arapas los oídos.
Tus deseos son cumplidos
y mis días,
ora harás alegrías
si alguna pasión te daba
el gran despecho que habías
cuando de mí conoscías
que en verte resucitaba.
Si por amarte esperaba
cortesía,
por mis huesos la querría
si viniesen en tus manos,
que la triste carne mía
sé que en antes de año y día
será un montón de gusanos.
Mis ruegos, si no son vanos,
y mandares,
cuando mi huesa topares
hecha de tristes agüeros,
si por encima pasares
y de mí te recordares,
haz tus pies ligeros,
y con ojos halagüeros,
do estoviere,
di, pasando, en miserere,
que de nobles ganas nasce;
si largo te paresciere,
al menos, por quien te viere,
di tú: requiescat in pace.
 
 
Bartolome de Torres Naharro