Soneto

Quiénes se amaron como nosotros? Busquemos 
las antiguas cenizas del corazón quemado 
y allí que caigan uno por uno nuestros besos 
hasta que resucite la flor deshabitada. 

Amemos el amor que consumió su fruto 
y descendió a la tierra con rostro y poderío: 
tú y yo somos la luz que continúa, 
su inquebrantable espiga delicada. 

Al amor sepultado por tanto tiempo frío, 
por nieve y primavera, por olvido y otoño, 
acerquemos la luz de una nueva manzana, 

de la frescura abierta por una nueva herida, 
como el amor antiguo que camina en silencio 
por una eternidad de bocas enterradas.



Pablo Neruda